Siempre me echan muchos menos años de los que tengo, pero nací en 1983, así que puedes hacer la cuenta.
Soy un poco veleta o, lo que es lo mismo, una persona a la que le gustan muchas cosas y normalmente las prueba todas, ya sea una detrás de otra o a la vez, depende de su nivel de impaciencia.
Dicho sea de paso, la impaciencia me mata, a pesar de que he comprobado que cuando voy más despacio, las cosas me salen mejor.
Me considero introvertida y no me importa nada pasar tiempo a solas conmigo misma.
Me gusta escuchar y observar para sacar conclusiones.
No soy de extremos. Me gusta mantenerme en el término medio que decía Aristóteles.
No soy nada consumista. Casi nunca compro algo que no necesito.
Desde 2016 intento vivir una vida más sencilla y consciente conmigo misma y el mundo que me rodea.
Siempre que está a mi alcance, evito productos que tengan plástico (especialmente si son de un solo uso).
Llevo desde marzo de 2018 sin comprar ropa nueva que no necesite (es decir, que no sea para sustituir algo que ya tenía y que no puedo seguir utilizando).
Soy muy ordenada y en mi casa cada cosa tiene su propio espacio.
Desde que empecé a llevar un estilo de vida más consciente, he reducido el consumo de azúcar y me declaro creyente del realfooding, aunque de las que no va a misa (o sea, que si un día tengo que comer alguna guarrería, me la como, pero consciente de que lo hago).
De hecho, adoro el pan.
Me encanta moverme, sobre todo a pie, en bici, en tren y, si no me queda otra, en coche.
Hace años tenía miedo a irme lejos de casa y ahora no veo el momento en que me pueda escapar a un sitio recóndito.
Desde que me conozco, me gusta escribir; me sirve para poner en orden mis pensamientos. Además, como tengo memoria de pez, me encanta poner en palabras lo que algún día sentí sobre algo, especialmente en cuestión de viajes.
Los libros son fuente infinita de inspiración y una de las principales guías de mi vida.
Leo por muchas razones, entre ellas porque gracias a la lectura viajo a sitios en los que nunca he estado y conozco muchos lugares. Además, me pirra la psicología humana, y el análisis psicológico de los personajes es uno de mis pasatiempos favoritos. También leo por razones más prácticas y menos románticas, y es que durante muchos años he pasado más de 10 horas a la semana viajando en tren.
Creo en la biblioterapia, es decir, en la capacidad de los libros para el autoconocimiento y el crecimiento personal. Y no, no estoy hablando de libros de autoayuda, aunque no tengo nada en contra de ellos y en ocasiones leo alguno.
Mi lista de lecturas dice mucho de mí. Indagar en ella es como leer el futuro en las hojas de té que quedan en el fondo de una taza, pero al revés: puedo volver al pasado y recordar qué pensaba o qué me pasaba en determinado momento. Según los libros que lea podrás saber si estoy triste, si quiero saber más sobre algún tema en concreto, si me he obsesionado con algo o si estoy preocupada.
Disfruto con las novelas feel good, aquellas historias en las que un personaje con una actitud fuerte y positiva ante la vida se enfrenta a un reto y consigue salir victorioso.