El crucero de la Chatarra Rodante, de Francis Scott Fitzgerald

Serie “Al murmullo del ventilador” | Capítulo 1: Viajes inolvidables |

Decía Jorge Herralde en el homenaje que le rindió la Feria del Libro de Madrid 2019 por sus 50 años de editor, que una de las tareas más importantes de su profesión es configurar un catálogo perfectamente identificable y fiable, para lo que la lectura es fundamental.

Estaremos de acuerdo en que el catálogo de Anagrama cumple a la perfección estas dos premisas: es tan identificable como fiable, por lo que, cuando descubrí El crucero de la Chatarra Rodante, de Francis Scott Fitzgerald, en su amarillo característico, decidí incluirlo en mi serie “Al murmullo del ventilador“, la recopilación de los libros de mi verano 2019.

“Leer como editor es lo más sexy del mundo”, dijo Herralde en su homenaje… Porque tienes la capacidad de descubrir autores que pueden convertirse en clásicos y porque compartes tus descubrimientos con el público. Y, vale que todos conocemos a Fitzgerald por El gran Gatsby, de la que el propio autor dijo: “He escrito la mejor novela de los Estados Unidos de América”. Pero ¿de dónde venía antes de escribirlo?

El crucero de la Chatarra Rodante es una novela corta o un relato, según se mire. Cuentan que  apareció un día de 1924 en la revista norteamericana Motor, del grupo Hearst, que lo publicó en tres entregas, y que muchos años más tarde fue redescubierto por la editorial italiana Sellerio, experta en rastrear rarezas literarias.

¿Y por qué apareció en una revista de motor? Pues porque el protagonista indiscutible de este texto es la Chatarra Rodante, un viejo coche Expenso Marmon con el que viajaron Fitzgerald y su mujer, Zelda, de Westport (Connecticut) a Montgomery (Alabama): más de 1.800 kilómetros de carreteras de los años 20 americanos en un vehículo de la época que “ya había dado lo mejor de sí mismo antes de llegar a nuestras manos”.

Lo que sigue es un relato de altos y bajos a lo largo del Este de la geografía americana en la que queda profundamente demostrado por qué el matrimonio Fitzgerald había bautizado al coche con el nombre de Chatarra Rodante (Rolling Junk en inglés): ruedas que se salen de los ejes, neumáticos que se revientan, cambios de taqués, batería con truco,… Y un viaje marcado por las visitas a los talleres de todas las paradas de la ruta.

Si hay algo curioso en este libro es que el personaje principal, el coche junto a sus componentes, está personificado: “Lázaro está a punto de reventar de puro viejo, y Santa Claus no resistirá otros cien kilómetros” (refiriéndose a las neunáticos). Pero es que, además, este relato deja entrever algunos aspectos de la sociedad americana de los años 20, como el racismo, y algunos apuntes acerca del matrimonio Fitzgerald.

Roadtrip to Bélgica

Inevitablemente este libro me ha traído de nuevo a la memoria el roadtrip que hice a Bélgica con la media langosta hace tres años: un total de 3.400 kilómetros de experiencia y, sin duda, uno de los mejores viajes que he hecho nunca por lo que supone la libertad de estar en continuo movimiento,  disfrutar del camino y de calcular nuevas rutas cuando se precisa.

Como Fitzgerald y Zelda, tuvimos algún que otro problema con nuestro coche y también visitamos algún taller en ruta pero la experiencia merece del todo la pena. Aquí os la dejo contada por etapas:

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  • Goodbye Berlín, de Wolfgang Herrndorf. Aburrido tras el final de las clases, solo y triste, Maik conoce a Tschick, un compañero de clase ruso, igual de marginado que él. Después de un par de días jugando a la videoconsola, bañándose en la piscina y haciendo  estas cosas propias de chiquillos en verano y sin saber cómo, Maik se encuentra subido en un coche viejo y destartalado marca Lada con Tschick rumbo a un lugar alejado de donde viven en Berlín. 
  • Heima es hogar es islandés, de Laia Soler. Esta novela relata el fantástico viaje de Laura, una adolescente que quiere escapar de su realidad, alrededor de Islandia con dos inesperados compañeros. En apenas diez días, el trío conocerá los secretos que esconden cada uno de ellos y brotarán los intensos sentimientos que sobrevuelan sus auras.
  • Días de viaje, de Aniko Villalba. Buenos Aires. Una chica que acaba de terminar su formación universitaria tiene que decidir acerca de su futuro. Y aquí se le plantean dos tipos de vida: la convencional de trabajo de ocho horas, casa, boda e hijos; o la alternativa al sistema, que muchos tachan de locura, y que consiste en ir a recorrer el mundo y escribir sobre ello. A pesar de las voces críticas, Aniko elige seguir su sueño y emprende su primer viaje en solitario por América Latina, Asia y Europa.
  • El síndrome de París, de Aniko Villalba. Tras un parón en Buenos Aires después de su primer  viaje, relatado en Días de viaje, Aniko Villalba vuelve a la vida nómada. Sin embargo, y a pesar de que esta forma de vida es con la que soñamos todos, vivir en movimiento no siempre es fácil. Aniko comenzó esta nueva aventura en 2013, justo unos días después de la muerte de una de sus mejores amigas. Con este punto de partida de fondo, la escritora reflexiona a lo largo del libro acerca de esas cosas de viajar menos atractivas, pero como no hay mal que 100 años dure, descubrió el sentido de su nuevo viaje: iba a experimentar con él.
  • Salvaje, de Cheryl Strayed. Relato personal y autobiográfico de una mujer que, tras la muerte de su madre, el desmembramiento de su familia y la ruptura de su matrimonio, decide recorrer 1.400 kilómetros del Sendero del Macizo del Pacífico (SMP), entre California y Oregón, para encontrarse a sí misma. Es un relato salvaje, como describe su título. 

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