Viajar a Bélgica en coche. Etapa 3: Bayeux-Brujas

Con los nervios y la ilusión del viaje, la mañana del miércolesme desperté muy pronto. Me aseé y eran como las 8 y media de la mañana cuandobajamos a desayunar. Como el día anterior, el anfitrión de la preciosa casa Le Petit Matin nospreguntó qué deseábamos desayunar y nos sentamos a la mesa. En esta ocasióntampoco tuvimos oportunidad de hablar demasiado con los huéspedes pero sí quemantuvimos una fluida conversación en inglés con el propietario acerca de losviajes, nuestro itinerario y su visita a Thailandia del año anterior.

Vistas de la Catedral de Bayeux

Me sorprendí a mí misma porque los días anteriores me habíacostado horrores entender lo que me decían. Es cierto que el dueño de Le PetitMatin, aun teniendo un marcado acento francés, se esforzó mucho por hablar conuna dicción más marcadamente inglesa. También es verdad que después de un parde días escuchando “franglés” mi oído se había hecho más fino y mi inglés seiba desoxidando.

Tras degustar el magnífico desayuno, que incluía loscaracterísticos croissants franceses recién hechos, mermeladas caseras, panesexquisitos,… nuestro anfitrión nos señaló en un mapa algunas zonas interesantesde Bayeux, entre ellos, la catedral y el tapiz (cosa por la que este lugar esmuy famoso) pero nosotros continuamos con nuestro recorrido por las huellas dela IIGM.

Cementerio británico de guerra de Bayeux

En concreto, fuimos a visitar la zona en la que se instalóel Cementerio británico tras el Desembarco de Normandía. De nuevo nosencontramos con un espacio abierto alrededor de mucha naturaleza y con unimportante número de lápidas correctamente alineadas (ya no eran cruces, comohabíamos visto el día anterior en el cementerio americano).

Lápidas alineadas en el Cementerio británico de Bayeux

En Bayeux pudimos comprobar lo bien cuidadas que tienen laszonas ajardinadas (en consonancia con el resto de la ciudad). El cementerioestaba recién regado y destacaban entre tantas lápidas blancas las flores decolor rosa y unas pequeñas cruces de madera que los visitantes ofrecen, en lamayor parte de las ocasiones con alguna frase, a los caídos en el Desembarco.Lo que más me llamó la atención fueron las lápidas a los soldados desconocidos.Y no debo de ser la única porque eran las que más crucecitas tenían a sus pies.

Un soldado de la guerra 1939-1946. Conocido por Dios

Tras visitar el cementerio, echamos un vistazo a una seriede tanques y otros homenajes que había en los alrededores. Al cabo de un rato,tuvimos que volver a por nuestro coche (por cierto, que casi dejo media puertapegada en un bordillo muy alto, jeje) para irnos hasta el Pointe du Hoc, cercade la Playa de Omaha. Al montar en el coche, notamos que había arrancado medioraro y nos quedamos algo preocupados. Hicimos parada técnica en un E-Leclercpara comprar víveres y algo de hielo para conservar las cosas en la neveraaunque no había ni ahí, ni en una gasolinera cercana.

Durante el trayecto hasta Pointe du Hoc, barajamos que elruido que habíamos notado en el coche al arrancar quizá podía ser la batería oalternador, que estaba dando problemas, pero decidimos esperar a ver qué pasabaen la siguiente parada.

Pointe du Hoc

Pointe du Hoc es un enclave estratégico en la batalla en Normandía. Está situado cercadel mar y, según la historia, los Rangers, un cuerpo de élite del ejércitoestadounidense, escalaron hasta la cima utilizando cuerdas bajo el fuego de lasfuerzas alemanas hasta conquistarla. Todavía se conservan los búnkers y haymúltiples hoyos en el suelo como consecuencia de los bombardeos.

Búnkers en Pointe du Hoc, con la playa al fondo

Llegamos al sitio a través de unas carreteras bastanteestrechitas y pasamos por aldeas pequeñas súper chulas. Como todo en esa zona,el Pointe du Hoc, además de ser un sitio solemne por lo que representa, está muy preparado para los turistas y para conocer la historia (de formagratuita). Allí nos esperaba un parking muy bien indicado, así que aparcamosaunque un poco moscas por lo que nos había pasado antes y disfrutamos deaquella visita.

Marcas de munición en las paredes de un búnker

Al entrar se pueden ver muchas hondonadas en el suelo.Primero pensábamos que eran resguardos para los soldados pero luego nos dimoscuenta de que eran pepinazos que habían dejado el suelo deaquella manera. Además, había tres búnkers conservados en los que pudimos entrary comprobar que eran idóneos para vigilar la llegada de barcos por mar. Tambiénvimos muchas marcas de balas en las paredes e inscripciones haciendo referenciaa los Rangers.

Búnkers en Pointe du Hoc vigilando el mar

Por cierto que había bastante gente y, como venía siendocostumbre, el español era un idioma bastante popular (mejicanos, españoles,etc.).

Problemas con el coche

De vuelta al coche, la media langosta sacó un aparatobastante viejuno que permite comprobar el estado de la batería y el alternador,por si hubiera sido ese el problema. Arrancamos el coche e hizo un ruido súperfeo pero, al conectar el aparato al enchufe del mechero, nos indicó que todoestaba correcto.

Nuestro próximo destino iba a ser el Cementerio alemán de LaCambe, relativamente cerca del Pointe du Hoc, pero el problemilla del coche pusoa la media langosta en alerta y no quiso parar. El problema que se olía es que al apagar el coche no volviera a funcionarporque aquello parecía: batería o alternador estropeados a pesar del aparato;bomba de gasoil tocada; o motor de arranque hundido por unos problemas defiltraciones de agua que acarrea el coche desde que lo compramos.

O sea, que si parábamos, nos podíamos quedar tirados en elcementerio alemán de La Cambe y tendríamos que llamar a la grúa desde allí. Amí este plan no me convencía, así que lo más sensato, y debido a que esta eranuestra última parada en Francia, era continuar hasta Brujas sin parar elmotor. Por suerte, teníamos el depósito hasta arriba del día anterior. Y estepasó  a ser nuestro plan de viaje.

Rumbo a Brujas

Programé el GPS rumbo a Brujas. La primera parte del viajela pasamos repasando los posibles fallos que podían tener el coche tras esearranque tan chungo. Incluso barajamos que el depósito del gasoil, al estarliteralmente hasta arriba, estuviera dando problemas a la hora de bombear elgasoil.

Al llegar a Rouen y pasar por el puente de Normandía, nosrelajamos y seguimos disfrutando del viaje, ya que esta infraestructura essimplemente espectacular. No lo menciono mucho pero sabed que cada dos por tresteníamos que recoger tique de peaje y al final gastamos en esteconcepto 222,70 euros. Para pasar el puente de Normandía hay que pagar un peajeespecífico que cuesta alrededor de 5,20 euros, aunque merece la pena. La vistaes increíble.

El puente de Normandía

Desde aquí hasta casi Brujas estuvo lloviendo continuamentey el máximo de velocidad fueron 110 kilómetros por hora. Paramos en unagasolinera turnándonos para visitar el baño y no apagar el motor del coche por si lasmoscas.

Continuamos, y a unos 100 kilómetros de la frontera conBélgica hicimos otra parada para comer un bocata con los víveres que habíamoscomprado en Bayeux. De nuevo lohicimos sin apagar el motor aunque estuvimos tentados. Y menos mal porqueesperar a  la grúa en esa gasolinera conlo que llovía, hubiera sido bastante incómodo.

Llegando por Calais vimos el acceso al Canal de La Manchapara pasar a Reino Unido y se notó un incremento del tráfico de camiones ytambién de coches y caravanas británicas. El viaje hasta llegar a Brujas laverdad es que es el que más largo se me hizo, en parte porque estábamos muypendientes de lo que podía pasar al apagar el coche. Sin embargo, repasamos lasopciones del seguro que tenemos, que está a todo riesgo y,efectivamente, entra la asistencia en viaje en el extranjero y con bastantesbuenas condiciones, por cierto, tanto para los pasajeros como para el vehículo,así que la preocupación, al menos por mi parte, tampoco era excesiva.

¡Llegamos a Bélgica!

Y, después de muchos kilómetros de carretera que se mehicieron eternos, por fin pasamos la frontera y entramos en Bélgica y ya solonos quedaba una hora para llegar a Brujas. Por fin estuvimos ahí en torno a las5 y media de la tarde. Aparcamos en la puerta del B&B que llevábamos reservado,el B&B Antares, apagamos el motor y entramos en la casa.

La anfitriona, Ann, nos recibió con una estupenda sonrisaque no perdió en los días que estuvimos allí. En inglés nos explicó cómo podíamos llegar al centro de Brujas, yaque el B&B no estaba céntrico sino en un barrio a las afueras conocidocomo Sint Andries, nos recomendó sitiospara cenar y nos enseñó la habitación. La nuestra era la habitación verde, muyamplia y moderna, con capacidad de hasta cuatro personas.

Por cierto que en este punto me di cuenta lo que habíamejorado en solo tres días en comprensión y expresión en inglés. Además, a losbelgas, por lo que sea, se les entiende perfectamente y me quedé encantada.

Nos quedamos tirados con el coche

Cuando nos acomodamos, nos picaba la curiosidad acerca delcoche. ¿Arrancaría o sería solo una paranoia nuestra? Bajamos a ver y… ¡no arrancaba! Efectivamente, la intuición de la media langosta nohabía fallado. Al coche le pasaba algo. En ese momento metocó tener  la mente fría. Calma, llamemos a la Mutua Madrileña.Llevaba el número en el móvil, porque nunca se sabe, marqué y, tras explicar elcaso, me pasaron con el departamento de internacional. Un chico muy amable meatendió y tomó todos los datos y me informó de que me iban a mandar una grúapara comprobar que no fuera algo que se podía arreglar in situ. Unos minutosmás tarde, el delegado en Bélgica de la Mutua Madrileña me llamó (por ciertoque era un gusto porque el señor hablaba castellano) para indicarme que enmedia hora tendría una grúa en la dirección que le había dado. Y diez minutosantes de llegar, el chico de la grúa me avisó (en inglés) de que venía decamino. Un gusto de atención, vaya.

Los anfitriones del B&B Antares dudaban acerca de si la personaque enviaban sabría hablar inglés, ya que en esa zona de Bélgica, conocida comoFlandes, se habla principalmente flamenco, pero no hubo ningún problema. Elchico hablaba inglés muy bien y nos entendimos a la perfección (la mímica enestos casos también ayuda).

Lo primero que nos hizo fue girar el contacto y, solo coneso, nos dijo que lo más probable es que fuera la batería. Así que sacó laspinzas, las colocó, volvió a dar al contacto y… ¡el coche funciona! Comprobó elalternador porque la media langosta tenía dudas pero parecía que no, que elproblema estaba en la batería.

Nos dijo que podía ser que al día siguiente pudiéramos arrancarel coche con la carga que tenía pero que, si no, volviéramos a llamar a laaseguradora y que volvería a ponernos las pinzas de nuevo para arrancar. Ledimos las gracias, firmamos el papel y ya más tranquilos buscamos un sitio paracomprar algo de cenar.

Finiquitando el día

A pesar de que estábamos súper cansados, dimos una vueltapor el barrio, que no es más que un barrio residencial pero bastante biencuidado, y llegamos a un sitio que se llamaba Carlos Fritur, donde había todotipo de comida frita y las tan famosas patatas fritas belgas. Dos hamburguesasy una de patatas para llevar. El chico que nos atendió fue súper amable, nosinvitó al queso de las hamburguesas y, mientras preparaba la comida nospreguntó de dónde éramos y llegamos a hablar de sus vacaciones: había estadounas semanas antes nada menos que ¡en Botsuana! Nos confesó que le gustabamucho la naturaleza y que hacía continuamente ese tipo de viajes. Lerecomendamos que visitara la zona norte de España y volvimos al B&B Antares deshaciendo nuestros pasos.

De camino, nos llamó desde España la persona de la Mutua Madrileña quenos había atendido y le comentamos que todo estaba OK. Arrancamos otra vez elcoche para ver si funcionaba y sí, arrancó. Craso error del que nos dimoscuenta al día siguiente. Perdimos nuestra última baza y el jueves por la mañananos tocó esperar otra vez a la grúa antes de ir al taller.

Por fin en la habitación, ropa cómoda y comida. Un poco detelevisión para enterarnos de las cosas (había canales internacionales ypudimos sintonizar La 1 –también emitían la final de Masterchef, a la queestaba totalmente enganchada-), contacto con los familiares sin contarles nuestra odisea con el coche para nopreocupar, envío de fotos, apertura de cama, y a dormir hasta el día siguiente.Pero, ¿en este país cuándo se hace de noche? Las 11. Cierre de pestañas. Hastamañana.

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1 comentario

  1. […] mi media langosta y yo tuvimos un problemilla con el coche. Podéis leer el relato completo de la jornada en la que notamos que algo raro pasaba y del día siguiente, cuando arreglamos la avería en el […]

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