Hace tiempo que estoy prácticamente desaparecida del blog. Todo tiene su explicación y ya os lo avanzaba en una entrada de hace justo un año. En aquel momento dudaba de si había dejado de conectar con la lectura o si, simplemente, mi crisis lectora estaba más relacionada con el cansancio que acumulaba.
Ahora ya tengo mi respuesta y no tengo mejor modo de celebrarla que volviendo al blog con una nueva reseña de un libro de mi género favorito, el feel good. Pero es que, además, este no es un libro feel good cualquiera. No. Para nada. Es lo nuevo de Mónica Gutiérrez (Serendipia), Todos los veranos del mundo. Un par de entradas más abajo, solo separados por El libro de los Baltimore, de Joël Dicker, podéis leer la reseña de su libro anterior, La librería del señor Livingstone.
Helena es abogada y trabaja para uno de los bufetes más importantes de Barcelona. A finales de verano, unas semanas antes de su boda, se reúne con su familia en el pueblo de su infancia para descansar y hacer los preparativos para la gran fecha. Lo que Helena no sabe en ese momento es que, durante esos días, sucederán cosas que le harán desprenderse de su caparazón y ver la vida desde otro punto de vista: aprenderá a entender a su madre, se reconciliará con su hermana Silvia, se refugiará en su hermano Xavier, conocerá a un librero sabio con acento inglés y cara de ratón y se reencontrará con su viejo amigo de la infancia, Marc Saugrés.
El carácter de Helena va mudando conforme pasan los días en ese pueblo del Pirineo catalán donde el tiempo pasa de otra manera y los problemas se relativizan e incluso desaparecen. El mal humor y los resentimientos van dejando espacio a una Helena que viste calcetines de colores, relajada, tranquila y en paz que, progresivamente, va descubriendo quién es y lo que quiere.
Y es en ese punto, más o menos a la mitad del libro, que aparece el personaje femenino que tanto me gusta de las novelas de Mónica Serendipia. Ese hada vulnerable pero fuerte, indecisa pero segura, que tiene el valor de cambiar el rumbo de su vida para ser fiel a lo que realmente es.
Vuelven a aparecer en este libro esos elementos característicos de la novela feel good con los que tanto disfruto: un pueblo que huele a galletas de vainilla; un bar donde se comen las mejores aceitunas del mundo; un jardín que huele a jazmines decorado con luces navideñas; y una librería en la que podría quedarme a vivir.
También están las numerosas referencias a libros y autores tan propios de las novelas de Mónica, por las que puedes navegar hasta perderte; y esos negocios con encanto que a todos nos gustaría regentar.
Siempre es un placer volver a soñar despierta con este tipo de novelas, recuperar la paz y el sentido de tu vida.
[…] Quiero dejar de ser tantas cosas a la vez para convertirme solo en una: una mujer con un libro abierto entre las manos, solo eso, ¡eso es lo que quiero!
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#LeoAutorasOct
En octubre de 2016, se popularizó en las redes sociales la iniciativa “Leo Autoras Octubre” para visibilizar la labor de autoras de todo tipo. De nuevo este 2018, la propuesta se ha retomado y quiero hacer mi contribución con esta lectura de Mónica Serendipia y con las que tienen que venir este mes. Ya estoy leyendo Soñar bajo el agua, de Libby Page y dentro de unos días tendréis también la reseña.
05/10/2018
¡Muchísimas gracias por tu reseña! Me ha encantado, como siempre que lees alguna de mis novelas. Me encanta que te hayas fijado en los personajes (creo que es una novela de personajes) y en las referencias habituales ;-))) Mil gracias por tus amables palabras, y por pasarte un verano por Serralles. Un beso.
15/10/2018
Aquí tienes una fan incondicional de tus novelas y de lo que representan. ¡Besos!