Entrevista a Mónica Gutiérrez, autora de El noviembre de Kate

Definitivamente, septiembre fue mi mes feel good. Estas últimas semanas os he ido contando aquí y aquí que, con esta expresión, por fin he podido dar nombre a un género que no sabía que existía pero del que estaba empezando a hacer un buen acopio de lecturas.

He creado una nueva sección en el blog para dejar constancia de todo aquello que me recuerde al género: recomendaciones de libros feel good, reflexiones,… y ahora también ¡entrevistas! Sí, porque hace un par de semanas me puse en contacto con Mónica Gutiérrez (Serendipia) para saber si ella me respondería a unas preguntas acerca de su último libro publicado, El noviembre de Kate, y de las novelas feel good y me dijo que ¡por supuesto!

Mónica Gutiérrez en la presentación de El noviembre de Kate en Barcelona. Fotografía aquí.

Así que aquí está, espero que la disfrutéis.

Pregunta: Hace poco tiempo descubrí el término feel good aplicado a la literatura. Fue justo cuando entré en la ficha que Roca Editorial tiene de tu nuevo libro, El noviembre de Kate, en su web. Y, de esta manera, encontré uno de los géneros con los que más me identifico. ¿Qué es para ti el movimiento feel good?

Respuesta: La literatura feelgood tiene sus años dorados durante la segunda mitad del siglo XX, en Gran Bretaña. Aunque tiene antecedentes a finales del siglo XIX y en los felices años 20 del siglo XX, surgió con fuerza durante la II Guerra Mundial. En Inglaterra, la población civil no solo tenía a sus seres queridos en el frente, sino que además soportaba bombardeos de la luftware, el bloqueo de los submarinos alemanes (escasez de algunos alimentos, cartillas de racionamiento, etc.), movilizaciones, restricciones energéticas, etc.  Para contrarrestar esta angustia de su día a día, para ofrecer a los lectores cansados y a menudo asustados, un rato de evasión y entretenimiento con un libro en las manos empezaron a publicarse una serie de novelas de ficción que descartaban el realismo y la gravedad.

Que ahora se retome el género feelgood tiene todo el sentido del mundo porque la coyuntura actual es bastante peliaguda a nuestro alrededor: desempleo, desahucios, enfermedades, desnutrición infantil, cambio climático, etc. Los lectores necesitan un respiro, necesitan un libro en donde olvidar unos instantes el ruido y el estrés, las preocupaciones y problemas, que le asedian en su cotidianidad.

La literatura feelgood ofrece un oasis de paz y bienestar, es una historia de ficción en donde el lector va a sentirse en paz, tranquilo, a gusto y arropado por personajes positivos, paisajes encantadores, atmósferas acogedoras, mucho sentido del humor y un final feliz. Todo esto lo explico mucho mejor y con más detalle en el taller de narrativa feelgood que imparto en Ateneo Literario y que es pionero en España.

P: En mi opinión, una de las características clave de las novelas feel good son los escenarios. En El noviembre de Kate hay tres que me han cautivado: el jardín selva del edificio en ruinas, la casa de Norman Berck y la buhardilla de la radio. ¿En qué te has inspirado para recrear esos  espacios y para que los lectores queramos quedarnos a dormir en la casa de las tres chimeneas, por poner un ejemplo?

R: Cierto, los escenarios son uno de los puntales imprescindibles del género, ayudan a crear la atmósfera apropiada. El jardín, la casa de las chimeneas, el bar escondido y la radio son lugares que solo existen en mi imaginación pero sí que están inspirados en lugares reales: el jardín dentro de un edificio muy viejo surgió mientras paseaba por un parque en ruinas, la radio en la buhardilla tiene mucho de la emisora en la que trabajé un tiempo y mientras escribía sobre la casa de las tres chimeneas pensaba en esos cottages tan cuquis de la campiña inglesa. El bar escondido no existe pero el hotel Ambassador de Coleridge está inspirado en un hotel muy peculiar de mi ciudad.

Intento crear espacios en donde el lector pueda sentirse a gusto; me recompensa pensar que el lector desea quedarse un ratito en ellos para olvidarse un instante de las noticias del telediario o de lo desagradables que son los vecinos del quinto.

P: Uno de los pasajes más esclarecedores para mí de la novela es en el que Kate toma té con Dolores Weissman. Después de escuchar su historia, Kate dice algo así como que “la vida es mucho más interesante de lo que creemos, siempre que estemos dispuestos a tener bien abiertos los ojos y los oídos. Si hubiese prestado más atención a todo lo que me rodeaba, quizás no habría caído en la espiral de melancólica tristeza en la que me había acostumbrado a vivir…”. ¿Qué suponen en la novela personajes como Dolores Weismman y Marisa, la oyente que fue despedida por modificar el orden establecido en la librería?

R: Son hadas, personajes capaces de abrir los ojos a aquellos que se han quedado bloqueados y que ya no ven más allá de sus narices. En la vida real estas personas están por todas partes para darnos un toque de atención pero no siempre las escuchamos. No hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver.

Kate tenía todo en su vida para ser feliz, si se hubiese fijado mejor en los detalles habría sido capaz de darse cuenta de lo interesante que podía ser su rutina, de que podría haberle sacado mucho más partido.

P: La tormenta, que se ve venir pero a la que nadie hace caso en la espiral maratoniana de sus vidas, supone un punto de inflexión en el que Kate y Don se ven obligados a parar y a reflexionar. La charla junto al fuego, las reuniones en torno a una mesa, desayunar tortitas, amasar pan, vestir ropa caliente cuando fuera hace frío, disfrutar del paisaje desde una ventana,… ¿Cuánto influyen los pequeños detalles en las decisiones que Kate y Don toman tras la tormenta? ¿Crees que sabemos realmente apreciarlos en nuestro día a día?

R: Los detalles son las bisagras del universo. Los detalles lo son todo, la atención que les prestemos marcará la diferencia entre una rutina y un momento especial. La tormenta me sirvió como detonante para muchas cosas pero también para mantener en un mismo espacio a dos personajes que ya estaban aislados del mundo antes de que la nieve lo hiciese definitivamente.

Una vez una amiga me dijo que los problemas no se arreglaban tomando una taza de té con un pedazo de bizcocho. Cierto, pero tener a alguien con quién tomarse una taza de té y comerse un buen pedazo de riquísima tarta en un lugar agradable ayuda muchísimo a reunir fuerzas para enfrentarse al problema y solucionarlo, a enfocarlo con más sentido del humor. Por muy mal que vayan las cosas, el sentido del humor debería ser lo último que perdemos.

P: Para concluir, me gustaría saber cuál fue el origen de El noviembre de Kate, de dónde surgió esta historia y el resto de historias feel good que has escrito.

R: Todas mis historias y personajes son ficción pero están respaldadas por mi experiencia emocional. Más de una vez he tenido que empezar de nuevo, tomar un nuevo camino, reinventarme. En mis novelas, es habitual que los protagonistas estén en ese punto, en el de empezar a vivir una nueva vida porque la anterior les ha convertido en personas tristes y era un callejón sin salida. Aprenden a mirar el mundo de otra manera y suelen hacerlo en lugares pequeños y rodeados de buenas personas. Ese es otro punto del feelgood, sus personajes siempre dan lo mejor de sí mismos.

3 comentarios

  1. Estupenda la entrevista y grande la entrevistada.

    ¡Besote a las dos!

    1. Patricia
      03/10/2016

      ¡Muchas gracias! Lo que he podido aprender de esta entrevista sobre el feel good, no tiene precio.

      ¡Gracias por comentar!

  2. […] y Un hotel en ninguna parte) he disfrutado de lo lindo. Ella es Mónica Gutiérrez, Serendipia (aquí puedes leer la entrevista que le hice tiempo […]

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