Olvido Gara, Alaska, es, desde los años 80, uno de los personajes públicos más icónicos de nuestro país. A pesar de que su figura nunca me ha llamado especialmente la atención ni he seguido sus andanzas en los realities de televisión, hace poco la vi en una entrevista y me empezaron a resultar interesantes tanto su trayectoria como su forma de ver la vida.
Parece ser que su canción, “A quién le importa”, lanzada con Dinarama por el 86, fue toda una declaración de intenciones y uno de sus mantras en muchos aspectos, entre de ellos, el de la maternidad. Y, este verano, leyendo el libro No madres, de la periodista María Fernández-Miranda, me la encontré de nuevo.
A los 32 años, Alaska, que ahora tiene 58, se planteó seriamente si en realidad quería ser madre y, en ese momento, decidió que no. Tiempo después, ya casada con Mario Vaquerizo, le volvió la pregunta, y la respuesta continuó siendo la misma. “No creo que llegue una edad en la que toca tener hijos, lo que toca es planteártelo, para decidir si quieres o no quieres”, le confesó Alaska a la periodista Fernández-Miranda.
Ser o no ser madre, esa es la cuestión
Actualmente, la edad media a la que las mujeres tienen su primer hijo es 32 años, siete por encima si comparamos con 1980. Además, más de la mitad de las mujeres de entre 30 y 34 años y casi una de cada tres de entre 35 y 39 aún no han tenido hijos, aunque muchas se plantean tenerlos en el futuro. ¿Futuro?
Está claro que hoy en día hay muchas fórmulas para tener descendencia, pero si estás cerca de los 40, como lo estoy yo, y no tienes hijos, lo que no se puede evitar es tener que afrontar la decisión, si es que no lo has hecho ya. Para algunas, puede ser un trámite sencillo porque siempre han sabido que querían tener hijos, o todo lo contrario; para otras, quizá haya impedimentos médicos que las hayan marcado el camino; y, existe otro grupo para las que la cosa no está tan clara. Me incluyo en este último.
El caso es que mi eterna necesidad de tomar decisiones meditadas me está llevando a documentarme sobre el tema y, como os contaba más arriba, he estado leyendo el libro No madres: mujeres sin hijos contra los tópicos, de la periodista María Fernández-Miranda. Me interesa conocer los motivos de las mujeres que no tienen hijos y, sobre todo, cómo se sienten cuando esa decisión ya no tiene marcha atrás.
Además del caso de Alaska, la autora de No madres reunió para la ocasión los testimonios de otras muchas mujeres conocidas que no han tenido niños, entre ellas, Rosa Montero, Maribel Verdú, Mamen Mendizábal, Inka Martí, Paula Vázquez y Sandra Ibarra. En la última parte del texto, también se pueden leer las historias de mujeres relevantes del siglo XX que tampoco llegaron a tenerlos: Coco Chanel, Katharine Hepburn, Oriana Fallaci, Virgina Woolf, Frida Kahlo, Carmen Díez de Rivera y Marilyn Monroe.
Testimonios de no madres
De las nombradas, algunas nunca fueron madres por decisión propia, como Alaska o Maribel Verdú: “No es una cuestión de egoísmo, no es por no querer aceptar las responsabilidades, porque quizá yo tengo otras responsabilidades de las que nadie sabe. Además, conozco a muchísimas mujeres sin hijos que se sienten realizadas, y a muchísimas mujeres con hijos que se sienten realizadas, y a muchísimas mujeres con hijos o sin ellos que no se sienten realizadas… Es decir, que la felicidad no depende del hecho de ser o no ser madre, porque entonces sería la bomba: todas tendríamos hijos y ya está”, confesó la actriz.
Otras, como Rosa Montero, lo intentaron, pero nunca llegó: “Yo no tenía esa pulsión. Entre la duda de sí o no, dijimos: Vale, vamos a probarlo, porque yo soy así, prefiero equivocarme por acción que por omisión. Si hubiese salido habría sido una alegría —un susto y también una alegría—, pero no salió”.
Y también hay casos en los que no tuvieron elección por razones médicas, como Sandra Ibarra, tras padecer cáncer: “Me resultó muy duro comprender que nadie me había advertido de que podía congelar mis óvulos antes de someterme a los tratamientos”.
Todos los testimonios, recogidos del libro de Fernández-Miranda, parecen tener en común una cosa: estas mujeres están muy satisfechas y en paz con sus vidas sin hijos, aunque en algún momento, para algunas, esto no fue así y necesitaron pasar por un proceso más o menos largo de aceptación para llegar a ese punto. Es el caso de la propia autora del libro, quien, a pesar de su falta de deseo de tener hijos, y de padecer endometriosis, una enfermedad que dificulta mucho la maternidad, se sometió a nada menos que siete tratamientos de reproducción asistida sin éxito. Porque, no, la reproducción asistida no en todos los casos es la solución.
Generación NoMo
Las estadísticas dicen que casi un 30% de las mujeres nacidas en la década de los 70 no tendrá hijos, y parece que las de los 80 y más allá vamos por el mismo camino. La situación se está generalizando tanto que incluso a estos grupos de mujeres que no quieren o no pueden ser madres se las conoce como la Generación NoMo (Not Mothers).
El término lo acuñó la autora inglesa Jody Day cuando, en sus 40, se dio cuenta de que jamás sería madre, y entonces contó su historia de infertilidad e intentos fallidos en su libro Living the Life Unexpected. Day, además, fundó Gateway Women, una plataforma de encuentro que desestigmatiza la no maternidad por decisión propia o involuntaria.
“Lo que ocurre en la vida de esas mujeres es mucho más complejo de lo que parece, pues no siempre se trata de una decisión propia o una cuestión biológica. Hay mucho más”, dice Day en su libro. De hecho, ella misma pone sobre la mesa hasta 50 motivos por los que la no maternidad puede sobrevenir.
En efecto, cada una somos producto de nuestras circunstancias. Personalmente, he de reconocer que una de ellas no ha sido la presión social. Sí que me influyen, sobre todo ahora, cuestiones como el tic tac biológico, la pérdida de libertad, el tipo de futuro que les espera a los niños de esta década y la pregunta de si me arrepentiré por no haberlo siquiera intentado.
Me ronda esta cita del libro Solas, de Carmen Alborch, que recoge Fernández-Miranda en No madres: “la idea de la maternidad puede planear sobre nuestras cabezas a lo largo de nuestras vidas, mientras estamos en edad fértil, pero en ocasiones el deseo de ser madre —ya no hablamos del instinto maternal— no se percibe, y nos inquieta la idea de llegar tarde, de arrepentirnos de no haber tomado la decisión en su momento”.
Me queda por darle vueltas al asunto, aunque, de todas estas primeras reflexiones y testimonios he sacado algo en claro: da igual la decisión, con hijos o sin ellos, se puede (se debe) tener una vida plena. Aunque, a veces, el camino no sea fácil. Pero, esto, lo dejo para la próxima Veleta.
Imagen: Las tres edades de la mujer, Gustav Klimt