Elemental #2: El verano, lugares ordinarios y un libro feel good para pasar el calor

Verano en el pueblo, en el patio del tío Ciriaco. Mi hermana en primer plano. Yo detrás, con mi amigo Jesús

Ayer, a las 23:44, llegó el verano, probablemente uno de los más raros de nuestras vidas. Tengo la sensación de haber aterrizado en él totalmente desorientada, como si me hubiese transportado en una máquina del tiempo en la que entré el último viernes del invierno. 100 días. Y, de repente, hace mucho calor y hemos llegado a un sitio llamado “nueva normalidad” en el que deseo con todas mis ganas que lo única nuevo no sea que llevamos mascarilla.

Este verano 2020 está lleno de incertidumbres. La piscina, la playa, el avión. No sabemos qué sí y qué no. Recuerdo cuando, el 1 de enero de “antes de”, pensaba que quizá este año sería el que cruzaría el Atlántico y visitaría los EEUU. Qué lejos queda eso. Y, sinceramente, qué poco me importa en este momento que no se vaya a hacer realidad. A veces no hace falta hacer un súper viaje para sentirse viajero, sino que basta con permitirnos disfrutar de lo que ya tenemos.


Lugares ordinarios

Hace no mucho lo hablaba con mi hermana: puede que los recuerdos más bonitos que le puedas dar a un niño no sean un dónde y un con qué ultraelaborados. Con cuatro años, no te hace falta nada de eso. ¿O acaso no te acuerdas de los veranos en chanclas, en la calle de tu pueblo o de tu barrio, pensando todo el día en salir a jugar, en comerte un flash o en meterte en la casa del primer amigo que te invitaba? Esos lugares ordinarios que tanto nos dieron y que, si les prestamos atención, nos seguirán dando.


Un libro feel good para pasar el calor

Para Rosemary, la abuelita protagonista de Soñar bajo el agua, de Libby Page, toda su historia está ligada al barrio londinense de Brixton y a su piscina: lleva frecuentándola desde que era una niña, incluso durante la guerra. Ahora, con 86 años, se levanta cada mañana para acudir a su cita con las aguas frías y azules hasta que un día el ayuntamiento decide que es hora de venderla a un grupo inmobiliario para evitar las pérdidas que genera. Pero Paradise Living tiene otros planes para el barrio: construirá un complejo de edificios y una cancha de tenis en el lugar que ocupa en este momento la piscina.

Kate es una joven periodista del diario local Brixton Chronicle. Desde que se mudó al barrio hace dos años apenas tiene contacto con nadie y la persigue la sombra de sus ataques de pánico y la depresión. En el trabajo escribe en la sección de mascotas perdidas hasta que su jefe decide darle como encargo que escriba sobre el posible cierre de la piscina del barrio. Ella no lo sabe, pero conocer a Rosemary y al elenco de amigos de la anciana, va a dar un giro a su existencia.

Este es un libro lento, que transcurre en su mayor parte en la cotidianeidad de gente que normalmente no es protagonista. Es una novela feel good para leer cuando necesites ralentizar tus revoluciones, para no tener prisa y para valorar el día a día, la lentitud y la amistad. También es una novela que reflexiona sobre la soledad en una sociedad afiliada a la prisa y a la imagen externa, y sobre la depresión y la ansiedad.


Mis cosas esta semana

  • Una serie de NetflixNadiya’s time to eat o cómo simplificar un trifle sin remordimientos si es lo que a ti mejor te viene.
  • Un concepto. Que ya conocía, pero sobre el que ahora quiero leer en profundidad: ¿qué significa ser introvertido?
  • Un libroCómo hacer que te pasen cosas buenas, de Marian Rojas Estapé.
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