Lo primero que sorprende al abrir el libro de Murakami es encontrarse con un señor de casi 60 años que corre maratones y practica el triatlón. Podría ser también que, si eres un corredor habitual, pretendas hallar pautas sobre cómo correr, qué calzado comprar y un sinfín de eventualidades técnicas. Pero si es así ya puedes darte la vuelta.
De que hablo cuando hablo de correr es un ensayo que recoge el sentido de la vida de los corredores de fondo. Y, para concretar aún más, describe el estilo de vida de un escritor que es corredor de fondo por lo que, entre medias, nos topamos con algunos detalles de la existencia de un autor de novelas.
En definitiva, Murakami habla de correr y de escribir y de cómo complementa ambas actividades. Refiere cómo llegó a ser corredor y escritor, su preparación para ambas tareas y lo que cada una de ellas le aporta.
La descripción de sus sentimientos se cuela profundo en el lector, quien acaba comprendiendo el porqué de dedicarse a dos actividades que entrañan tanto sacrificio. El objetivo de Murakami es mantener cuerpo y mente en forma.
Los pasajes anecdóticos de su participación en un ultramaratón y en la carrera de Atenas a Maratón atrapan por lo fiel del relato y la descripción y la capacidad de empatía que despierta en el lector.
Además, sorprende la forma en que acepta que, aun no siendo el mejor corredor de fondo, incluso sin si quiera acercarse a estar entre el selecto grupo de los mejores corredores de fondo, sus motivaciones son otras y tienen que ver con el entrenamiento diario, las carreras, los resultados y… vuelta a empezar. Para todo esto es vital el esfuerzo y la disciplina y crear objetivos y recompensas personales.
Durante todo el relato, dan ganas de calzarse unas zapatillas, montarse en una bicicleta o comenzar a poner en práctica cualquier deporte. Esto sin ser un libro de motivación, que para nada lo es. Simplemente, el lector es capaz de asimilar la importancia de un cuerpo y una mente entrenados.
El epitafio que desea Murakami es “Escritor (y corredor)”.