Creo que ha quedado bastante claro en este blog que me apasionan los libros y el mundo editorial. Pero es que, además, soy periodista. Ya decía en mi anterior entrada que, por defecto profesional, lo que más me chifla de toda la industria es la parte de la comunicación… Porque una vez que tenemos el libro escrito, editado, y bien peinado, listo para salir a las librerías, ¿habrá que darlo a conocer, no?
Y esa es de la parte de la que se encarga la comunicación, normalmente el gabinete de prensa, propio o externo, de una editorial. Antes de seguir, he de decir que me parece fundamental que una empresa de cualquier tipo cuide la forma en que se relaciona con sus clientes, proveedores, empleados, etc., y más ahora que tenemos herramientas tan a mano como las redes sociales.
En el caso de una empresa editorial la comunicación es esencial desde tres puntos de vista, tal como enumera Manuel Pimentel en el Manual del Editor: la de la propia editorial, y aquí estaremos forjando imagen de marca (¿recordáis el término “peste amarilla” en el vídeo del post anterior?); la de las actividades que organiza (por ejemplo, el prestigio del Premio Planeta); y la de los libros que edita.
No me diréis que no hay trabajo por hacer. Y es que cualquier editorial, por pequeña que sea, debería seguir un plan de comunicación bien estructurado que seguramente le reportaría grandes alegrías. Las acciones de comunicación a seguir son sencillas pero clave. Por ejemplo:
- Primero, generar una buena red de contactos entre la gente del sector que, con llamadas, mails, reuniones, etc. se puede ir creando poquito a poco
- Después, disponer de un boletín de novedades y mantener al día a todos los contactos
- Remitir ejemplares de promoción pero no de forma indiscriminada, sino haciendo una selección por tipo de medio
- Realizar promociones previas a la salida del libro para ir creando ambiente, reseñas exclusivas, rondas de medios,…
- Hacer presentaciones de autores y libros en ruedas de prensa, desayunos, rondas de entrevistas…
- Preparar y enviar a los medios un amplio dossier con información de la obra y del autor, destacando aquellos puntos que más nos interesen
- Hacer un seguimiento activo de los libros del catálogo
- Buscar oportunidades para ofrecer el libro por algún acontecimiento mediático
Haciendo amigos… también en Internet
Estas que he enumerado son acciones que se llevarían a cabo en un gabinete de prensa tradicional pero muchos de vosotros echaréis en falta una parte de la comunicación fundamental en estos tiempos: internet en general y las redes sociales en particular.
También os comenté en el post anterior que me llamaron especialmente la atención las palabras de la jefa de prensa de Anagrama en el vídeo de Jorge Herralde. Decía: “Antes había más suplementos, críticos, etc. Ahora todo esto está más disperso: blogs, páginas web,… los suplementos literarios han perdido fuelle”.
Esta reflexión nos deja entrever la manera en que ha cambiado la promoción del libro. Ahora no podemos sino concebir como imprescindibles acciones de comunicación como crear una página web del autor o del libro que promocionamos; el contacto con bloggers literarios; la creación de cuentas en las redes sociales; y otros como la creación de foros, chats, etc.
Estas fórmulas que permiten las nuevas herramientas de comunicación son solo un aperitivo. Hace poco leí un artículo sobre cómo The New York Times está aprovechando herramientas como Instagram para acercarse a los lectores más jóvenes. Y os dejo el enlace a un interesante estudio sobre los nuevos modelos de negocio en la era digital dedicado expresamente a los profesionales del libro. Dentro de poco, también post de análisis.