En los años 70, mis abuelos por parte de madre emigraron desde Castilla-La Mancha a Madrid en busca de nuevas oportunidades. Por entonces, el sur de la Comunidad de Madrid se estaba industrializando y aquí había más trabajo que en las labores del campo que todavía eran propias de las Castillas.
Mis abuelos eran originarios de Los Yébenes, un pueblo de Toledo situado a unos 110 kilómetros de Madrid. Todavía mi abuela conserva allí su casa y mucha familia. Desde hace un tiempo, los descendientes de esos 11 hermanos de la familia de “Los Tomates”, se juntan en lo que hemos venido a llamar “Las Tomatadas”. La primera la hicimos el pasado mes de abril y la segunda, hace un par de semanas.
Esos encuentros nos sirven para conocernos mejor y estrechar lazos ya que, la distancia, la dispersión por la geografía española y los quehaceres han hecho que incluso algunos nos hayamos conocido este mismo año. Así que nos juntamos todos aquellos que podemos en el punto de origen, en Los Yébenes, alrededor de una buena excusa como es la gastronomía: primero fueron las migas, una comida típica de la gente de campo castellano manchega, con su choricito y su pancetita,… y después fue una paella. Y siempre hay quesos de la zona, embutidos de venado y barbacoa…
Es en el origen donde nos familiarizamos todos un poco más. Aprendemos acerca de nuestra familia a través de los cuatro hermanos de los Tomates que aún viven; y conocemos cómo hemos evolucionado gracias a las historias de los taitantos primos e hijos de primos que han resultado de esta familia numerosa. Lo que sí tengo claro es que conociéndoles a ellos, yo también me conozco mejor.
Las Tomatadas transcurren entre comida, charlas, bromas, fotos, descubrimientos (porque al ser tantos es imposible hablar con todos y siempre descubres a alguien nuevo) y más comida. Lo importante es que todos volvemos al sitio que vio nacer a nuestros bisabuelos, esos valientes que dieron 11 hijos al mundo, algunos de los cuales, como mi abuela y su melliza nacieron en plena Guerra Civil en el año 1936.
Es una suerte descubrir que tu familia es mucho más grande de lo que piensas y somos muy afortunados por habernos vuelto a encontrar o incluso por habernos conocido. Me encantan las historias del tío Ciriaco o del tío Félix, que tienen tanta vida, anécdotas, experiencias y reflexiones que te puedes pasar horas y horas escuchándolos. Pero me entusiasma conocer quién es quién entre los primos, a qué se dedican, cómo han formado su propia familia… porque así continúan Los Tomates.
Mi abuela tiene muchas, muchísimas historias de su familia, pero siempre dice una cosa: “qué bien estaba considerada mi madre en el pueblo; a la tía Esperanza todo el mundo la quería”. Gente humilde que viene a cambiar el mundo. Así es mi familia, la de Los Tomates.
25/10/2016
Muy bueno ole por las nevas generacines