Colección de citas de Silencio administrativo, de Sara Mesa

  • Cada uno de los episodios de la vida de Carmen echa raíces en los anteriores, la coherencia de su historia es tal que no hay fisuras ni contradicciones.
  • El mismo lenguaje de la solicitud es tan críptico que Beatriz se ha dejado los ojos tratando de desentrañarlo.
  • Se dirá que no está pensado para el solicitante, sino para los trabajadores sociales que prestan su apoyo a estos solicitantes, pero ¿dónde están esos trabajadores? Ellas no los han encontrado.
  • Yo, Daniel Blake, película de 2016 d Kean Loach, se cuenta la historia de un carpintero viudo que, debido a un infarto debe dejar de trabajar. Causa ternura e indignación contemplar las escenas en las que el protagonista intenta rellenar sin ayuda sus solicitudes de prestaciones sociales por internet -algo imperativo, en teoría para agilizar la tramitación-, aprovechando los ordenadores de la biblioteca.
  • La pobreza es fea, es difícil de mirar. Es incómoda. Se puede ser pobre pero decente: esto lo hemos escuchado muchas veces. Pobre pero limpio. Pobre pero honrado. Pobre pero sin vicios. Pero: la mala leche de la conjunción adversativa.
  • A veces, un animal es lo que hace que las personas que viven en extrema pobreza consigan esquivar la locura.
  • Solo una intervención rápida de la administración -ay, la llamada “urgencia” contemplada en las leyes- podría sacar a Carmen de la espiral en la que está a punto de caer, la rueda que la triturará tarde o temprano.
  • Pero la administración no da ninguna señal de vida. Este mutismo se hace aún más amenazante.
  • Silencio administrativo, un silencio de tipo negativo: “Transcurrido el plazo para resolver sin haberse dictado la resolución expresa, la solicitud podrá entenderse desestimada.
  • Recuerda la definición de pobreza del filósofo y economista Amartya Sen: la pobreza es la falta de libertad. Una definición certera, dolorosamente exacta.
  • A los pobres se les exige siempre que detallen sus intimidades si no quieren que sobre ellos se extienda -aún más- la sospecha.
  • Pero el laberinto burocrático no es un ente abstracto. Es una maquinaria compuesta por personas con nombres y apellidos reglada por normas y costumbres que imponen personas con nombres y apellidos. Estas personas nunca deberían olvidar que los expedientes con los que trabajan, esas solicitudes llenas de datos y documentación, tienen que ver también con personas que ni siempre pueden defender sus derechos.
  • El silencio administrativo es unilateral, porque a la otra parte se le exige comunicación constante, veraz, rápida y eficiente.
Volver arriba