Cuando escogí Un verano en el campo, de Heike Wanner, yo pensé que abría un nuevo libro feel good. Y, en el fondo, así fue: varios personajes con algunos problemas en su vida diaria han de desplazarse a una granja en el campo por cuestiones familiares de fuerza mayor e, inesperadamente, allí encuentran un remanso de paz y algunas ideas para solucionar los inconvenientes que las persiguen. Sin embargo, esta novela no es exactamente feel good. Su argumento se clasifica más bien en lo que se ha venido a denominar “farm lit”, es decir, una Bridget Jones en toda...