¡Abajo el colejio!, de Geoffrey Willans y Ronald Searle

Con esta última reseña acabo el reto de Mónica Serendipia, y eso que solo estamos en mayo ¡bien! Así me quito pronto la espinita del año pasado porque, como ya os he contado, no pude terminar el reto debido a que me topé con un libro que no encajaba mucho en mi perfil lector (aunque lo intenté).

El caso es que este año he leído casi de corrido todo lo que me propuse de este reto y la valoración final es bastante buena. Comencé con Confesiones de una heredera con demasiado tiempo libre, de Belén Barroso, un libro diferente a lo que suelo leer con el que me reí mucho; continué con El lado bueno de las cosas, de Matthew Quick, una novela de la que ya había visto su versión cinematográfica y que resultó ser mi favorito de esta la tríada; y terminé con ¡Abajo el colejio!, de  Geoffrey Willans y Ronald Searle, del que, a continuación, os daré mi parecer.

Desde luego, lo que sí es ¡Abajo el colejio! es un libro diferente. Está escrito por un niño llamado Nigel Molesworth que estudia, por decir algo, en un internado inglés de los años 50. Para describir el suplicio en el que vive, decide escribir una historia muy mamarracha repleta de faltas de ortografía que duelen a la vista. Porque, si os parecía que la palabra “colejio” ya hace daño, es que no habéis abierto aún un ejemplar, por otro lado tan cuidadosamente editado. No da una a derechas, incluso por probabilidad, ese texto no podría estar tan mal escrito.

El contenido en sí mismo es bastante interesante. Nigel se esfuerza por describir pormenorizadamente cómo es su colegio, sus compañeros, sus profesores y un buen catálogo de trucos para quedar bien con los profesores o escaquearse de las clases. Además, él mismo ilustra (en realidad Ronald Searle lo hace por él) con bastante más acierto que escribe las situaciones que plasma en su escrito.

¡Abajo el colejio! es un libro de humor, mejor dicho, de humor británico, que particularmente no me ha cautivado. Las faltas de ortografía no han terminado de convencerme y, en vez de concentrarme en la lectura, no he hecho más que sorprenderme de los despropósitos que había escritos. Me quedo, a pesar de todo, con las ilustraciones, que narran con humor el contenido del libro y que preservan de los infartos de ojos después de tanto despropósito ortográfico.

Humor británico

Todos hemos oído hablar del  particular humor británico. Después de las pinceladas que os he dejado de ¡Abajo el colejio!, una muestra de la tan extensa producción de este tipo de humor, he estado navegando por la web y he encontrado un muy buen artículo de La Vanguardia de hace unos años en los que se hace un repaso extensísimo de este género. “El humor británico bascula entre dos polos contrapuestos: la finura satírica basada en el sobreentendido y la farsa desbocada y procaz”.

Además de escritores como Saki o P.G. Wodehouse, muchos de vosotros recordaréis la influencia de humoristas británicos más audiovisuales con los que muchos hemos crecido. ¿O acaso no habéis visto nunca un capítulo de Mr. Bean o el show de Benny Hill?

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