Un hotel en ninguna parte, de Mónica Gutiérrez

Estaba yo pensando que hacía tiempo que no leía una novela de esas que me gustan tanto, o sea, una novela feel good. Y, a pesar de que ya había comenzado Mi Londres, de Simonetta Agnello Hornby, tenía la necesidad de encontrarme de cara con una historia que me hiciese sentir bien, como en casa. Así que eché un vistazo a mi lista de pendientes y allí estaban los primeros libros de Mónica Guitiérrez, escritora de feel good allá donde las haya. Tras leer hace un tiempo El noviembre de Kate, ahora he hecho un precioso retiro en Un hotel en ninguna parte.

Emma es una violinista a la que un día se le desmorona el castillo de naipes que sustentaba su vida. Alentada por su amiga Anna, acepta un trabajo de camarera de piso en un hotel escondido en un bosque cerca de Barcelona. A pesar de que su nueva situación poco tiene que ver con su vida anterior, Emma sabe que esta oportunidad que la han brindado tiene que aprovecharla para dejar atrás todo lo que ha pasado y prepararse para mirar hacia el futuro. Lo que no sabe el día que aterriza por primera vez en El Bosc de les Fades es que su misión va a ser bastante fácil de cumplir.

Rodeada de un paisaje espectacular, unos compañeros que pasarán a ser amigos rápidamente, tés, dulces, recitales de violín y de piano, jardines de ensueño y bonitismo en general, a Emma enseguida empiezan a brillarle los ojos otra vez (a lo que ayuda también la presencia de Samuel, uno de los dueños del hotel).

Los días de Emma pasan entre la tranquilidad que supone un hotel perdido en medio de un bosque en invierno, con casi ningún huésped y pocas tareas que hacer. Las charlas, las noches de insomnio compartidas, la música de sus instrumentos y amor, mucho amor, hacen que su alma vaya poco a poco curando. A la vez, ayuda a Samuel a conseguir aquello por lo que lucha desde hace tiempo: que se le reconozca la propiedad de los caminos y del bosque aledaño al hotel.

Durante su estancia en El Bosc de les Fades, Emma está arropada por unos personajes entrañables (un escritor Premio Nobel, un cocinero roquero, una compañera entrañable y su hija, un mujeriego encantador,  un recepcionista gruñón,…) que la guiarán en su camino de recuperación… Hasta que un día recibe una oferta para trabajar en una orquesta lejos del hotel y tiene que decidir cuál es el próximo paso que debe dar.

El día a día y las anécdotas nos llegan a los lectores a través de los correos electrónicos que Emma le envía a su amiga Anna y los dueños del hotel a su madre. Son, por así decirlo, capítulos cortitos, escritos con mucho gusto y que te hacen querer vivir en ese hotel con toda esa gente. La segunda vez que quiero quedarme a vivir en un lugar que inventa Mónica Gutiérrez para sus personajes 🙂

Hay muchos elementos de Un hotel en ninguna parte que me recuerdan a El noviembre de Kate: el pelo pelirrojo de la protagonista, las bufandas que usa, el jardín, el hotel (la casa de madera de Norman como refugio) y, sobre todo, algo que caracteriza a las novelas feel good: optimismo, situaciones y cosas que nos hacen sentir bien.

Ya sabéis que un libro de este género, por definición, acaba bien. Pero el final de la historia de Emma tendréis que descubrirlo por vosotros mismos reservando habitación en El Bosc de les Fades.

El té inglés

El té, los dulces y la buena comida están presentes durante todo el libro de la mano de Joaquim, el cocinero de El Bosc de les Fades, y de la señora Povedy, la encargada de la tienda de tés del pueblo.

Yo, que no soy una aficionada al té, he recibido ciertas señales últimamente de que quizá debería probar la experiencia. Mi reticencia viene principalmente porque, para que me sepa bien, tengo que añadirle bastante azúcar y ya sabemos que el azúcar en exceso no es nada bueno. Pero una amiga me dijo hace poco que justamente la idea es hacer una mezcla de varios sabores para echar poco de menos el dulzor del azúcar. Y otro amigo me dijo que probara a echarle un chorrito de leche.

Entendidos y entendidas en té: no os escandalicéis si he dicho algo raro. Admito sugerencias para probar con esta nueva afición. De momento, me quedo con la respuesta que me ha dado San Google a mi pregunta: ¿cómo es un verdadero té inglés?

3 comentarios

  1. Mónica-serendipia
    29/11/2016

    ¡Jajajajaja! No tengo mucha idea de cómo es un verdadero té inglés para los puristas, pero me encanta que te estés aficionando a esta bebida tan feelgood. Dice Sheldon Cooper que cuando alguien está triste o atribulado el protocolo es ofrecerle una bebida caliente. Creo que el té reconforta, sobre todo en buena compañía.
    Muchas gracias por volverme a leer, me alegra muchísimo que te hayas sentido a gusto en El Bosc de les Fades. Vuelve siempre que lo necesites!!! Un besazo.

    1. Patricia
      01/12/2016

      No creas, no acabo de cogerle el punto al té, tengo que buscar más sabores. Sí que creo que voy a probar mejor con las recetas de todos los bizcochos que comparten en las noches de insomnio y en los recitales de violín. A eso seguro que le cojo afición rápidamente, jajajaja.

      Un placer alojarme en tu hotel unos días. Desde luego, si existiera, tendría una estupenda puntuación en Tripadvisor.

      ¡Un beso!

  2. […] también las reseñas de otros libros que he leído de Mónica Gutiérrez: El noviembre de Kate y Un hotel en ninguna parte. 2018feel goodla librería del señor livinstonelibreríaslondresmónica […]

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